jueves, 15 de abril de 2010

EL ESPIRITU DEL SESSHIN

Saltar


Al comenzar un sesshin se nos mezclan sentimientos diferentes, como el deseo de estar unos días en silencio dedicados a eso que realmente es importante, y a la vez el sentimiento de que un sesshin es difícil. El sesshin es como uno quiere que sea, depende de uno. Nosotros creamos el sesshin, en cada momento. No es algo que está afuera: este local no es el sesshin, esta semana no es el sesshin. Nosotros hacemos el sesshin, nosotros transformamos este local y esta semana en un sesshin.


Es muy importante reconocer este punto. De otra forma, si pensamos que las cosas están afuera, no podremos hacer nada. El sesshin está dentro de nosotros, el sesshin somos cada uno de nosotros, y podemos hacer lo que queramos con ese tiempo y ese espacio. Se puede hacer del sesshin una carrera de obstáculos o se puede hacer del sesshin el mejor tiempo de nuestras vidas.


Es muy fácil hacer de cada tarea una dificultad. Para esto basta con no querer lo que tengo. Cuando estoy sentado en zazen, quiero que acabe. Cuando no puedo dormir, me irrito por no dormir. Cuando hace calor, quiero aire fresco ... lo que quiere decir que estoy haciendo sólo la mitad del sesshin, porque la otra mitad está fuera del sesshin. Porque para el sesshin como para cualquier otra cosa en nuestra vida, nosotros tenemos que saltar dentro y saber estar en lo que hacemos.


Me gusta esta idea de "saltar". Nosotros no sabemos qué va a pasar, nosotros no sabemos cuándo vamos a saltar, porque siempre queremos seguridad en nuestras vidas. Si pongo mi pie aquí, quiero saber qué es lo que hay aquí. Pero esto es cambiante, y entonces trataremos de abandonarnos, darnos al mundo. En el tiempo de un sesshin, tenemos que saltar dentro.


Cuando entramos en el local del sesshin nos transformamos en monjes Zen. Hay que cortar con nuestra vida de afuera, no con indiferencia, no porque no nos importe, sino porque ésta es la manera de ayudar a la gente que está afuera. Es dándonos completamente en el sesshin como podemos retornar a casa con algo. Esta es la experiencia del sesshin.


Cortar


Cuando se está en sesshin no se puede hacer materialmente nada de las cosas que hemos dejado "afuera" y si nos entregamos de ese modo, cortando todo enganche con “afuera”, el sesshin se convierte en un real sesshin.


Como decía el Maestro Dogen: "abandonar el cuerpo y la mente", ésta es la única manera de entrar en el sesshin. Es la única manera de disfrutar del sesshin. El sesshin no es una tortura, no es tiempo para estar triste o deprimido, hay dificultades, pero el sesshin es para estar feliz. No superficialmente feliz, con las cosas habituales, sino profundamente feliz, con un corazón feliz, con un corazón que ha aceptado ir más allá de sus propios límites, con confianza y con determinación. Y esto es lo que nos puede llevar hasta la propia casa, ésta es la mayor ayuda que puede darse a la gente que nos rodea, a la familia, a los amigos, a la sociedad.


Este es nuestro trabajo: cuando nosotros nos ayudamos a nosotros mismos, ayudamos a las demás personas. Si cortamos y estamos íntegramente en el sesshin, que no es una práctica egoísta, sentimos que queremos cambiarnos a nosotros mismos para ayudar a los demás. Este es el camino del Bodisatva

Pero, por qué no podemos simplemente "abandonarnos"? Es debido al apego que tenemos a nuestros hábitos y rutinas, a nuestro modo de hacer, de pensar y de sentir. Es difícil cortar nuestra "manera de vivir", cambiar los horarios, cambiar la comida. Tenemos que cortar y controlar nuestros deseos todo el tiempo, tenemos que seguir la campana, los "maderos" o lo que sea, es terrible...


Hacerlo libremente y con alegría, eso es hacer sesshin.


Depende de nosotros. Nadie lo puede hacer por nosotros. Podemos preparar el lugar, las cosas, las comidas, pero nadie puede cambiar nuestras mentes, solamente nosotros mismos.


Esto quiere decir también estar en armonía. Esto quiere decir ser uno con todo. Porque primero tenemos que ser uno con nuestra vida, con nosotros mismos, no estar afuera. No podemos decir "oh! mi vida es esto, mi vida es tal, mi vida es aquello!", no podemos decirlo porque nosotros somos nuestra vida.


No hay nada afuera. La vida no es algo que está más o menos ahí, esperando que vayamos hacia ella. Nosotros creamos nuestra vida, cada minuto. La vida es lo que nos encontramos haciendo aquí y ahora. Creamos nuestra vida a partir de las reacciones que generamos cuando nos encontramos con las circunstancias. Si no asumimos esa responsabilidad, si no tenemos claro que la vida somos nosotros mismos, entonces no podemos practicar porque nunca entenderemos la necesidad del cambio: si las cosas están afuera, "yo soy una pobre víctima y no puedo hacer nada". Si yo creo las cosas, entonces puedo cambiar mi vida, y si cambio mi vida, puedo cambiar la vida de los otros.


La realidad absoluta está "más allá" del ego. Esto es muy importante de entender en el Zen: quiere decir no dejar huellas en nuestra vida. Llevamos muchas cosas como huellas: recuerdo que di algo a alguien, recuerdo que alguien me dijo algo que no me gustó...llevamos muchas huellas en la cabeza. En el sesshin estas cosas aparecen y desaparecen, hasta crear en nosotros una mente libre, es decir hasta lograr absoluta transparencia.
Los pequeños rituales de un sesshin nos ayudan a liberarnos de lo que nos ata y abrirnos a esta nueva trasparencia de todos nuestros sentidos y de todos los niveles de nuestra conciencia.


Esto es lo que hacemos cada vez que nos inclinamos frente a la comida, frente a otra persona, porque en ese momento no hay dos: la comida, el comer y yo somos uno, el otro y yo somos esa unidad donde todo dualismo desaparece. Es como si diera algo con mi mano derecha a mi mano izquierda: no hay "gracias” que decir. Esto hay que experimentarlo y para llegar a ese nivel se necesita ATENCIÓN.


Esta experiencia nos liga a los demás y en ese nivel de unidad es donde tenemos que poner la compasión y la gratitud. Solamente si comprendemos el sentido absoluto, las personas adquieren el verdadero valor que tienen en si mismas – entonces actuaremos desde el centro, de corazón a corazón.


Esta Compasión y gratitud se extiende a todos los seres, porque nuestra gratitud es amplia, es la gratitud hacia todo el universo.


La práctica es todo


El sesshin es mucho más que una ocasión para el zazen.


En principio es una oportunidad para practicar todo desde el centro, desde la unidad primordial. Es una oportunidad de abrir nuestro corazón cuando estamos sirviendo, cuando nos sirven. Es una oportunidad para dejar un poco nuestro ego ajustándonos a los horarios. Ese es un punto muy importante en un sesshin. Es la práctica continuada y despierta en todos los momentos. Así podremos practicar en nuestra vida cotidiana una mayor consciencia.

Debemos entender que, en esencia, en nuestras actividades, no hay diferencia entre sentarse en zazen y lavar los platos, no hay diferencia entre venir al sesshin o ir de paseo con nuestra familia, si se hace todo con el mismo espíritu. Para nosotros, que somos laicos, que no vivimos en un monasterio, aún si hacen dos, tres, cinco sesshines al año, no es nada comparado con toda nuestra vida. Hay que encontrar en el sesshin la manera adecuada para estar en la vida, saber dar, recibir, trabajar, meditar, descansar de la misma manera y con el mismo espíritu que se hace en el zendo y durante el sesshin.


No es necesario en la vida cotidiana hacer gassho frente a las personas, afuera, pero podemos aprender realmente a encontrarnos con las personas, no con nuestras propias imágenes fijadas, con nuestros clichés, sino con ese mismo espíritu y esa misma atención que cuando nos encontramos aquí y hacemos gassho. Esta es la práctica de un sesshin: aprender en cada momento a poner nuestra plena consciencia unificada, nuestra atención correcta, nuestra actuación desde el centro de nuestro ser.


Estar unificado supone una actitud de acogerse íntimamente al Budha, al Dharma y a la Sangha. Es una decisión que realmente nos compromete y que puede ser de gran importancia entonces renovar este deseo ahora justo al comienzo del sesshin.

El triple refugio en japonés de dice Sankikai. La palabra San significa triple, ki quiere decir refugio y kai precepto. Se dice triple porque se hace referencia al Buda, al Dharma y a la Sangha.

Refugiarse en el Buda hace referencia a entrar en el propio centro, significando lo más profundo del alma, el hondón en lenguaje de Teresa de Ávila. Este ámbito es el vacío. Refugio alude a la certeza de que eso existe, a que se sabe qué es pero no sé qué es, en el lenguaje del maestro Eckhart.

Tomar refugio en el Budha es ponerse en contacto con aquello que no ha nacido y que no muere, es intentar una y otra vez tocar aquello que es primordial. No es ir o venir, sino permanecer.

El Dharma, que son también las infinitas cosas y las infinitas posibilidades, es también el vacío. Tomar refugio en el Dharma es estar dispuesto a entrar en ese ámbito infinitamente vacío (vacío infinito), el vasto y desentrañable Dharma, el cual hacemos voto de comprender y nos comprometemos a atravesar todas las puertas de acceso a esa mente.

El sesshin es estar abierto con todos nuestros sentidos a todas las enseñanzas. El verdadero Dharma se manifiesta en todo y de forma ininterrumpida. Un vecino que tose, la ventana que golpea, el ruido de un coche, el sonido de la campana, el canto de una rana...El dolor de la rodilla, el dolor de la espalda, el enfado porque me distraigo. Estas son las instrucciones o más bien pertuirbaciones de la mente. Como el sonido de una piedra sobre la caña de bambú abrió la mente de Hsiang-yen, así cada cosa que acontece puede ser el estimulo que abra nuestra mente.

Sangha hace referencia a la comunidad y también a lo uno, es decir, a las infinitas formas y personas que la constituyen y que en realidad forman una Unidad en la que no hay dentro ni fuera.

Durante un sesshin se pone de manifiesto este tomar refugio en la Shanga por la integridad con la que cada uno se manifiesta en cada momento, tanto estando sentado en meditación como de pie, comiendo, durmiendo, etc. La dignidad de nuestra actitud recogida manifiesta el Buda mismo. Tu eres el maestro de todos y de ti mismo. En la medida en que nos hacemos íntimos con nosotros mismos, en esa medida somos cuidadosos con todo, abrimos la puerta, comemos, nos movemos como alguien que no está. Comunicando contigo mismo, comunicas con la mente Una, comunicas con todos los demás en aquello que es común a todos.

Como siempre, cada uno de nosotros hace el sesshin pero es juntos que podemos verdaderamente evolucionar y mejorar nuestra práctica. Por eso cada día, al recitar los 4 votos tantas veces en un sesshin, nos comprometemos realmente con lo que nos dicen:


Los seres que sufren son innumerables; es el anhelo profundo de mi corazón salvarlos a todos. Esta salvación se realiza en la medida en que soy sincera y totalmente mi práctica y acepto lo que cada momento me trae, aquí y ahora, sin intentar huir de nada.


Los pensamientos y sentimientos ilusorios son ilimitados...... Liberarme de todos es la práctica de la atención aquí y ahora.


Las puertas del Dharma son incontables; hago voto de aprehenderlas. Es decir, decido aprehender todas las enseñanzas que el sesshin me da a través de todo cuanto me rodea, desde las palabras sagradas de las sutras hasta los inconvenientes que surgen de cualquier limitación física o psíquica, interna o externa, personal o del grupo. Todas son puertas del drama.


El camino de la iluminación es directo; hago voto de alcanzarlo. Si la práctica es correcta cada momento, la práctica es en si misma la Iluminación.


Por tanto, entremos en el sesshin con la clara determinación de hacer nuestro sesshin con todo el corazón. Depende de cada uno que sea en sí mismo el camino y el Despertar.